llega el tiempo de asilo.
Y nada espero:
el no esperar es dulce.
Dulce presente, el corazón
¿aún late?
He engarzado el dolor
con todas las respuestas deseadas
en un collar con que adornar
el cuello amable de la noche:
la noche vendrá para quedarse.
Más tierna que tu ser tu ausencia se me entrega
y ella sí me acompaña, compadece
de hueco a hueco la lucidez herida,
me dice que no debo preocuparme,
que el instante es sutil,
que apenas sí se nota un momento de frío,
y después todo es junio, eternamente
(...)
(Una naranja, el corazón; Luis Moreno)
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