miércoles, 12 de octubre de 2011

No existe el tiempo, existe
la eternidad sin huecos, respiramos
en medio de la noche despojados
de un antes y un después,
siglos y soplos.

Existen los relojes, los recuerdos
y los trabajos y los calendarios.
A ellos nos aferramos como un niño
se esconde entre las piernas de su madre,origen y querencia de su miedo.

Pero no hay madre o mar o amor que valga
para evitar el vértigo, el milagro
de vivir en el vientre luminoso
de esta ballena azul,
enferma,
eterna.



(J.V.Piqueras de "La latitud de los caballos")

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